París, siglo XIX. Agata es una joven de 18 años, sobreviviente de un incendio cuando niña, quedando así huérfana y bajo la custodia del hermano ilegítimo de su padre. Habitando en uno de los barrios más paupérrimos de la ciudad, sus tíos la obligan a mendigar en la calle, donde conoce a una anciana viuda que se apiada de ella y le da trabajo de sirvienta en su casa. Su único sostén emocional, durante todos esos años, es Lodo, un perro viejo y maltrecho que la sigue por doquier.
Un día, cuando aún no asomaba el sol, en dirección a su trabajo, se topa con un caballero que le cede el paso, lo cual llama su atención porque, andrajosa como andaba, no podría haberla confundido con una fina dama y queda prendada de los varoniles ojos grises.
Tiempo después, su tío la vende a un prostíbulo en contra de su voluntad, donde es comprada por un caballero, Benjamin D´Houville, el cual tiene muchos secretos y un pasado oscuro y peligroso que le persigue y del cual intenta protegerla.
Alrededor de ellos, un asesino que asola las calles de París; un inspector tras las pistas del mismo; un primo que está intentando reformarse; un sacerdote con un aura especial y una jovencita que huyó de su hogar ante un inminente casorio con un anciano.
Ojos de Vampiro
Freya quedó a cargo de su pueblo por decisión propia, como siempre sucedía, bajo la tutela de Åhörarinna, la bruja del pueblo y amiga de su difunta madre, y de Viggo, la perfección hecha hombre del cual estaba eternamente enamorada. Las cosas parecían ir bien, hasta que llegaron esos extraños sujetos que pretendían atacarles.
Skarphörn había partido desde sus tierras con su hermano Thorall y unos amigos a pedido de su padre, su amante le había asegurado que esperaba un hijo suyo justo antes de partir, cuando él se había decidido a dejarla por sus continuas quejas. Y para colmo de males, el recibimiento que tuvo no fue para nada lo que se suponía debían esperar. A veces, el orgullo no escucha a la razón y, a veces, en vez de ayudarle, su hermano le provocaba a hacer tonterías.
Freya, la Diosa del Amor
Blodvarg ya tiene sus años y desea ver a sus dos sucesores casados y con hijos antes de partir, pues, de su estirpe sólo quedan ellos tres, después de duros inviernos y constantes afrentas contra el maldito de Ormr. Pero, Storvarg, el menor, no tiene intención de ello, disfrutando su vida libre y salvaje en el bosque junto a sus lobos, despreocupado, ya que será su hermano Hugtand quien reemplazará a su padre el día que este parta al Walhalla. Hasta que un día, de regreso de una de sus cacerías junto a su manada, en su propio hogar se topa con una muy joven belleza que resplandece como el sol.
Sigel, es la consentida de su familia, la más pequeña entre varios hermanos varones, los cuales son capaces de todo por ella. Ya con casi un año de cumplida la mayoría de edad para su época, está en edad de ser desposada, lo cual nunca se puso a pensar, pues, era tan vigilada y mimada que seguía con comportamientos de niña. Y el fatídico momento llega para sus hermanos y ella de separarse. Y nada menos que por culpa de ese sucio monstruo salvaje.
Juntos tendrán que aprender y confiar uno del otro y enfrentar situaciones inesperadas para sus familias, su futuro y de los que los rodean.